martes, 1 de octubre de 2013

1ª fase de la desintoxicación

Siguiendo las recomendaciones de mi nauseópata, leí detenidamente las instrucciones de uso, agité ferozmente el frasco y vacié sobre mi garganta 36 gotas de un elixir entre amargo y dulzón.  Creo que mis anginas están empezando a agradecerme este renovado aire interior. Está siendo duro estos primeros días, pero la voluntad se aferra a un mandato, orden inequívoca enviada por mi psique para parar todo intento de reenganche. NO.

Quizás mi estómago, o mi hígado no estén tan contentos como mis amígdalas, puesto que la necesidad absurda de tener algo en las manos, de llevarme algo a la boca, me está empujando al consumo desmesurado de pipas, chocolate y otras mierdas de bollería industrial barata, que degluto con placer y ansia.

La renuncia al alcohol no ha sido tan fácil, al menos en esta primera semana supuestamente cero-cero me he tomado tres cervezas, y no creo que por un sentimiento irrefrenable de adicción, simplemente porque me ha dado la gana. En cualquier caso también me desintoxico porque me da la gana, entonces las unas ganas y las otras ganas entran en conflicto.

Creo que debo entrar ya en la segunda fase de la desintoxicación, a saber: caldo depurativo, y dieta sana, reducción drástica del azúcar refinado, y no sé qué más. A la espera que la limpieza celular empiece a remover otra desintoxicación profunda y verdadera.


Ya os contaré

1 comentario:

  1. Ánimo con tu desintoxicación! Aupa! Es la mejor manera de recibir el otoño.

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